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"Estoy Vencid@"

Writer: Dra. Sandy Mercado-PaganDra. Sandy Mercado-Pagan

Todos los hemos tenido en algún momento dado. Pensamientos de derrota pueden ser determinantes. No sabemos que los tenemos, matizan nuestra crítica interna de negatividad y dictan nuestras decisiones de darnos por vencidos. Escapan de nuestra consciencia, dado que típicamente son pensamientos automáticos.


Para muchos nacen de la infancia, cuando evaluamos nuestro entorno en búsqueda de seguridad y aprobación. Pero tanto nuestra crianza, como la cultura inmediata en la que crecemos y la sociedad en general influyen en estos autoconceptos. Unos padres sobreprotectores con esquemas de un mundo peligroso que impiden una exposición saludable al mundo real, pueden sembrar la semilla de indefensión e insuficiencia ante las demandas de la vida. En esencia, si nuestros padres viven con el temor de dejar que vuelen, podemos desarrollar la creencia de no tener lo que se requiere para volar.


Y así, un mundo que ve que no le queda nada de cera a la vela, puede interpretar el final, cuando en realidad, es reflejo de un espíritu de lucha y resiliencia a pesar de las circunstancias adversas.


Técnicas


Uno de los primeros pasos para superar pensamientos derrotistas es identificarlos a través de generalizaciones como “siempre”, o “nunca”. Premisas pesimistas y de desesperanza, pueden tomar la forma de: “Como fracasé en este esfuerzo, Soy un fracaso.”


Para enfrentar la derrota, una de las técnicas es la de reflexionar sobre nuestros propios pensamientos y emociones resultantes. “¿Este pensamiento, me da energía o me la quita?”. Si te apoca, entonces obviamente es una crítica interna que no ayuda, ni construye.


Otra técnica es la de reemplazar la palabra de “Yo” con “Tu”. Así, en vez de: “Yo soy un fracaso”, te distancias de internalizar la burla de la gente e introyectarla, al desplazarla a segunda persona. Habiendo hecho esto, ¿le dirías a otra persona: “Tu eres un fracaso”? Si la respuesta es no, ¿por qué se lo diría a usted mismo?


Presta atención a cuándo surgen estos pensamientos derrotistas. Luego de haber luchado, antes de ni si quiera haber empezado la meta que querías lograr, cuando otros se burlan, etc. Esto facilita identificar situaciones, estresores y detonantes, para manejarlos con mayor efectividad.


Una vez identificados los pensamientos específicos y detonantes el proceso de transformarlos, conlleva enfrentarlos. ¿De qué me sirven estos pensamientos derrotistas? Si la respuesta es negativa, conviene entonces transformarlos en pensamientos constructivos.


Para transformarlos, un elemento crucial es el de reconocer la diferencia entre honestidad y verdad. Es de valientes ser honestos con nosotros mismos y reconocer y validar esas emociones subjetivas de estar cansados, sentirnos vencidos, de no tener más fuerzas, y querer tirar la toalla. No obstante, es más crucial aún, distinguir esa honestidad de la verdad. Expresar una experiencia según la percibes es transparencia contigo mismo. Eso es invaluable. Pero debemos reconocer que la verdad es distinta. La verdad es objetiva y un hecho distinto a la experiencia interna. “Me siento como un fracaso” no es lo mismo que decir: “Soy un fracaso”.


Más aún, sentir que estás fracasando en la vida, puede ser reflejo de expectativas distorsionadas y emociones exacerbadas, cuando la realidad es que vas por buen camino. Todos sabemos que el camino al éxito no es lineal, pero lo aprendemos a lo largo de la vida, después de decenas de obstáculos, atropellos y problemas. Mientras tanto, al graduarnos de escuela superior, teníamos la noción delirante de que llegaríamos al éxito de un flechazo en un plan ilusorio de cinco años.


Buscar apoyo también es crucial para manejar sentimientos de derrota. Un recurso con la capacidad de alertarnos sobre esos pensamientos errados facilita recuperar conductas de lucha y recuperación. Este recurso debe tener la capacidad de instituir en nosotros un Efecto Pigmalión, es decir, ver el bien en nosotros y augurar un éxito que nosotros mismos no vemos, de tal modo que acabemos por creerlo.


Y finalmente trabaje desde afuera hacia adentro. Claro que la felicidad y autoestima se construyen desde adentro. Pero la adquisición de confianza, se proyecta hacia afuera. Es prácticamente imposible tener confianza en ti mismo, sin haberte enfrentado al mundo real. Las destrezas de afrontamiento se fortalecen con la exposición.


Con esa actitud, si sales afuera algunos te mirarán y dirán: “Wow, esa vela parece acabada. Sin embargo, sigue brillando. ¿Cómo lo hace?


Por lo tanto, aun cuando dudes, afirma que brillas. Sal y demuéstralo.


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